sábado, 6 de junio de 2009

Mundo Maya, un paraíso para visitar




Por: SUN, Domingo, 20 de Julio de 2008
Un paseo por aquellas civilizaciones perdidas que con los siglos se las fue devorando la selva. De Chichén Itzá a Copán, en Honduras, esta cultura desbordó su poder, arte y sabiduría
MÉXICO, D.F.
Copán fue artista y narradora. Sus pobladores aprendieron bien ese arte de contar los hechos y labrarlos abigarradamente en piedra. Ellos elaboraron más inscripciones jeroglíficas que cualquier otra ciudad maya. Se calculan entre 90 mil y 100 mil inscripciones aproximadamente, sin contar esas grandes esculturas, retratos de los grandes señores de Copán. Por tal motivo fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
El valle donde se asentó estuvo habitado desde hace dos mil 500 años.
No te esperes encontrar edificios altos y espectaculares. Lo valioso son sus esculturas y glifos.
LO IMPERDIBLE
La escalinata jeroglífica de la estructura 26, mandada construir por el rey Humo Caracol, narra la crónica desde la fundación de la ciudad y la vida del mismísimo soberano. La componen un total de mil 250 bloques. Ya no es posible subirla por cuestiones de conservación.
El juego de pelota se localiza en las estructuras 9 y 10. Son seis aros, donde entra la pelota de caucho, en forma de guacamayas de alas extendidas.
El templo de Rosalila, protegido bajo la estructura 16. Aún conserva en buen estado su color rosado. Para verlo, se entra por túneles que pasan debajo de la estructura superior.
TIKAL, CLÁSICO MISTERIO
El tiempo y la selva devoraron a Tikal. El azul, verde, amarillo y rojo en sus muros borraron su huella. Aun así y aunque no es oficialmente una de las nuevas maravillas del mundo, la ciudad se alza, se impone sobre la espesa vegetación, y a uno se le eriza la piel ante el rugir de los saraguatos que se puede confundir con el del jaguar.
Tikal está ubicada en el parque nacional del mismo nombre, ocupando 576 kilómetros cuadrados de la selva del Petén. Si te animas a pararte temprano, el sitio abre desde las seis de la mañana para presenciar el juego de luces y sombras del amanecer entre la neblina.
AIRES IMPERIALES DEL SUR
La selva del sureste mexicano aún tiene escondidos muchos secretos, la parte sur, por su escasa población y tupida maleza es la zona menos explorada, gracias a lo cual, el número de tesoros arqueológicos y naturales con que cuenta es aún incalculable.
CALAKMUL
Cercana a la frontera con Guatemala y Belice, Calakmul fue una de las principales urbes del territorio maya. Su primer apogeo lo alcanzó entre los años 250 y 750 de nuestra era y su contacto mayor fue con otra espléndida ciudad maya: Tikal, la que se convirtió en su eterna rival.
Entre los años 700 y mil de nuestra era tuvo un segundo período de auge, donde se construyeron magnos basamentos, mascarones y un gran número de estelas. La arquitectura denota gran influencia de Río Bec y Petén.
La plaza norte tiene un gran juego de pelota. La plaza sur ofrece varias estelas y se supone dedicada a actos de la clase política de la ciudad-Estado.
Una gran cantidad de especies vive en la región. Las orquídeas son quizá las que más visitantes atraen. El mono araña y el aullador son muy comunes en las copas de los árboles de la localidad.
Esta área es pródiga en ejemplares de jaguar, aunque por su naturaleza y hábitos nocturnos este llamativo animal es difícil de observar.
KOHUNLICH: PARAÍSO NATURAL
El origen del nombre de Kohunlich, irónicamente, no es maya sino inglés.
El sitio se encuentra en una zona característica del sur de la península de Yucatán y el Petén guatemalteco y beliceño donde abunda el cohoonridge o lomerío de corozos —palmeras revestidas de fuertes espinas—, que era el nombre de un campamento maderero que estaba ubicado en la zona durante los años 20.
Debido a su ubicación es posible observar, en esta antigua ciudad, vínculos con otras regiones mayas en particular con las ya mencionadas y con el río Bec, en la zona de Campeche. Sin embargo, en Kohunlich hay infinidad de características que le son propias tanto en la iconografía como en la producción de su cerámica.
Entre las estructuras que destacan están: el templo de los Mascarones, estructura ornamentada originalmente con ocho mascarones de estuco, en la actualidad sólo se conservan cinco.
La plaza de las Estelas, considerada el centro del sitio entre los años 600 y 900 d.C. así como los 27 escalones y el conjunto Pisan, dos complejos residenciales de élite.
Los investigadores creen que el sitio se fundó en el año 200 a.C. cuando se construyeron algunas casas en el conjunto conocido como Ya’axná, el más antiguo del asentamiento.
La ciudad siguió creciendo hasta el año 1200 cuando la población parece diluirse y la actividad económica cesó.
Hacia finales del siglo XIX y principios del XX comenzaron a establecerse diversos campamentos madereros y chicleros, entre los que estaba precisamente aquél del que toma su nombre.
YAXCHILÁN
Quien visita Yaxchilán se siente como el descubridor de las ruinas, debido a que están aparentemente perdidas en la selva, a 10 metros sobre el nivel del río Usumacinta y a más de 40 minutos de cualquier población próxima.
La mejor manera de llegar a esta zona chiapaneca, es tomando un colectivo que parte de Palenque —los horarios de salida son bastante irregulares— hacia la carretera que va a Frontera Corozal o Frontera Echeverría.
Aquí puedes alquilar una lancha de motor —su costo, entre 250 y 500 pesos— que te llevará hacia las ruinas a través del río.
Otra alternativa son las avionetas regionales que parten de Palenque y Ocosingo. Aunque para ello tendrás que visitar los aeropuertos locales y discutir el precio del vuelo con el piloto —entre dos mil y tres mil pesos viaje redondo—.
En el camino podrás observar cocodrilos, monos araña, aves tropicales, y saraguatos o monos aulladores. Y una selva impenetrable abundante en ceibas, árboles de chicle y los llamados piel de gringo, por su corteza roja y quebradiza, y a tu derecha, la frontera de Guatemala hacia donde se vislumbran algunas casas.
En varias de las construcciones se encuentran todavía los dinteles que narran la historia dinástica de la ciudad. La emoción acompaña el ascenso por la escalinata que comunica a La Plaza con la Gran Acrópolis, presidida por el magnífico edificio 33, el más soberbio de la ciudad.
UXMAL, CON TODO EL ESPLENDOR ANCESTRAL
En medio de una región árida, que contrasta con las ciudades mayas de la selva como Tikal, Palenque o Copán, Uxmal parece estar dedicada a Chac, el dios de la lluvia.
En estas tierras yucatecas, prácticamente desérticas, el agua era preciada. Quizá por eso, por los cuatro costados de sus edificios haya representaciones de esta deidad.
En lengua maya, Uxmal significa "tres veces construida u ocupada". Es una zona arqueológica de construcciones homogéneas, alargadas, con muros lisos, adornados con mosaicos geométricos conformados por miles de piedritas sobrepuestas y perfectamente pulidas.
La zona está ubicada a 78 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mérida, Yucatán, que aunque perdió su poderío y sus habitantes se marcharon sin dejar huella, se convirtió en una urbe que ejerció poder económico, religioso y político sobre las regiones aledañas.
Lo imperdible son edificaciones como la Casa del Adivino, una de las escasas pirámides de base circular y ovoide de Mesoamérica.
Entre los detalles que vale la pena apreciar está la escalinata bordeada con máscaras de Chac, el dios de la lluvia, que aparece con nariz de trompa y ojos en espiral en forma repetitiva. Esta zona arqueológica, junto con Chichén Itzá, es considerada la más importantes de Yucatán.
Hay quienes la consideran la ciudad prehispánica más influyente de Mesoamérica, ya que cuenta con una ubicación privilegiada (colinda con otros asentamientos urbanos como Sayil, Labná, así como X’lapak).

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