Domingo, 14 de Junio de 2009
Las galletas son valiosa opción para el desayuno y cena debido a que son fáciles de digerir, brindan nutrientes provenientes de cereales y cuentan con gran diversidad de sabores adaptables al gusto de todos.
Incluirlas en la dieta es una decisión inteligente. Marías, integrales, con relleno de frutas, preparadas con avena, amaranto o nuez, adornadas con trocitos de chocolate y con formas tan ingeniosas como variadas, las galletas han formado parte de la vida humana desde hace tantos años que incluso hemos olvidado su principal función: complementar nuestra alimentación gracias a que poseen almidones formados por carbohidratos o hidratos de carbono, es decir, compuestos que requiere nuestro organismo para contar con energía y fortaleza mental.
Alimento milenario
La historia de este alimento se remonta a cuando menos 10 mil años, época en que nuestros antepasados descubrieron que una especie de sopa hecha a base de cereales molidos, sometida a calor considerable, adquiría consistencia dura y crujiente.
Cabe mencionar que la reivindicación de las galletas como producto de alta repostería, así como la gran diversidad que conocemos actualmente, tuvo su origen a mediados del siglo XVI, cuando la corte francesa contrató a un grupo de pasteleros italianos que incluyeron mantequilla en la receta original y que, para satisfacer a todos los paladares, echaron mano de esencias y sabores de todo el mundo para dar origen a productos dulces (elaborados con azúcar, café, vainilla, chocolate, coco, anís y mermelada de frutas) y salados (aromatizados con hierbas).Para su beneplácito, también notaron que podía consumirse luego de mucho tiempo de haberse elaborado sin sufrir deterioro, de modo que era fácil de almacenar.
De este modo, asirios y egipcios dejaron testimonio de antiguos hornos en donde cocían una pasta espesa de cebada, trigo y agua, mientras que en Grecia se elaboraban dipyres o preparados de masa que se cocían hasta dos veces para que adquirieran textura firme.
En la Edad Media se inició la elaboración de galletas para acompañar alimentos y bebidas alcohólicas, sólo que eran distintas a las originales, porque además de harina y agua incluían migajas o porciones sobrantes de pan que daban mayor consistencia a la masa.
De hecho, el término biscuit que se emplea en lenguas francesa e inglesa para hablar de este alimento, se remonta a dicha época y viene de la expresión latina bes quis, que quiere decir "cocido dos veces".
La palabra que empleamos en castellano proviene del francés galette, que designa a una hojuela plana y redonda de harina de trigo que se consumía en el siglo XII.
A pesar de su antigüedad, el vocablo se popularizó en España hasta el siglo XVII, sobre todo para designar a los bizcochos planos y tostados que navegantes, soldados y comerciantes llevaban consigo en sus expediciones.
Con el paso del tiempo, tanto el vocablo como la receta se popularizaron en Latinoamérica.
Distintos tipos de galletas
Entre ellas encontramos: Sin gluten. Para evitar esta sustancia contenida en el trigo y que genera gases intestinales e incluso alergia en algunos
consumidores; se elaboran con harina de maíz, principalmente.
Dulces sin azúcar
Se elaboran a base de fructuosa o edulcorantes; casi no proporcionan calorías y son ideales en caso de sobrepeso o diabetes.
Sin lactosa
Para personas que desean productos de textura cremosa pero cuyo intestino resiente la presencia de esta sustancia que proviene de la leche.
Con ácido fólico
Útiles en la dieta de la mujer embarazada, ya que sus ingredientes ayudan a prevenir problemas en la formación del bebé.
Con fibra.
Se elaboran con harina integral o fibra soluble; combaten estreñimiento, estimulan la sensación de saciedad y son ideales para controlar el peso.
Con yogurt
Aportan microorganismos de este fermento lácteo en beneficio de la flora intestinal y de la digestión.
Con ácidos grasos omega
Mejoran la salud del sistema circulatorio. Con vitaminas. Ideales para niños, quienes requieren importantes cantidades de estos elementos para su desarrollo.
Con ajonjolí o amaranto
Especialmente enriquecidas con calcio, magnesio, potasio y zinc; útiles para prevenir la pérdida de minerales en los huesos.
Las galletas son valiosa opción para el desayuno y cena debido a que son fáciles de digerir, brindan nutrientes provenientes de cereales y cuentan con gran diversidad de sabores adaptables al gusto de todos.
Incluirlas en la dieta es una decisión inteligente. Marías, integrales, con relleno de frutas, preparadas con avena, amaranto o nuez, adornadas con trocitos de chocolate y con formas tan ingeniosas como variadas, las galletas han formado parte de la vida humana desde hace tantos años que incluso hemos olvidado su principal función: complementar nuestra alimentación gracias a que poseen almidones formados por carbohidratos o hidratos de carbono, es decir, compuestos que requiere nuestro organismo para contar con energía y fortaleza mental.
Alimento milenario
La historia de este alimento se remonta a cuando menos 10 mil años, época en que nuestros antepasados descubrieron que una especie de sopa hecha a base de cereales molidos, sometida a calor considerable, adquiría consistencia dura y crujiente.
Cabe mencionar que la reivindicación de las galletas como producto de alta repostería, así como la gran diversidad que conocemos actualmente, tuvo su origen a mediados del siglo XVI, cuando la corte francesa contrató a un grupo de pasteleros italianos que incluyeron mantequilla en la receta original y que, para satisfacer a todos los paladares, echaron mano de esencias y sabores de todo el mundo para dar origen a productos dulces (elaborados con azúcar, café, vainilla, chocolate, coco, anís y mermelada de frutas) y salados (aromatizados con hierbas).Para su beneplácito, también notaron que podía consumirse luego de mucho tiempo de haberse elaborado sin sufrir deterioro, de modo que era fácil de almacenar.
De este modo, asirios y egipcios dejaron testimonio de antiguos hornos en donde cocían una pasta espesa de cebada, trigo y agua, mientras que en Grecia se elaboraban dipyres o preparados de masa que se cocían hasta dos veces para que adquirieran textura firme.
En la Edad Media se inició la elaboración de galletas para acompañar alimentos y bebidas alcohólicas, sólo que eran distintas a las originales, porque además de harina y agua incluían migajas o porciones sobrantes de pan que daban mayor consistencia a la masa.
De hecho, el término biscuit que se emplea en lenguas francesa e inglesa para hablar de este alimento, se remonta a dicha época y viene de la expresión latina bes quis, que quiere decir "cocido dos veces".
La palabra que empleamos en castellano proviene del francés galette, que designa a una hojuela plana y redonda de harina de trigo que se consumía en el siglo XII.
A pesar de su antigüedad, el vocablo se popularizó en España hasta el siglo XVII, sobre todo para designar a los bizcochos planos y tostados que navegantes, soldados y comerciantes llevaban consigo en sus expediciones.
Con el paso del tiempo, tanto el vocablo como la receta se popularizaron en Latinoamérica.
Distintos tipos de galletas
Entre ellas encontramos: Sin gluten. Para evitar esta sustancia contenida en el trigo y que genera gases intestinales e incluso alergia en algunos
consumidores; se elaboran con harina de maíz, principalmente.
Dulces sin azúcar
Se elaboran a base de fructuosa o edulcorantes; casi no proporcionan calorías y son ideales en caso de sobrepeso o diabetes.
Sin lactosa
Para personas que desean productos de textura cremosa pero cuyo intestino resiente la presencia de esta sustancia que proviene de la leche.
Con ácido fólico
Útiles en la dieta de la mujer embarazada, ya que sus ingredientes ayudan a prevenir problemas en la formación del bebé.
Con fibra.
Se elaboran con harina integral o fibra soluble; combaten estreñimiento, estimulan la sensación de saciedad y son ideales para controlar el peso.
Con yogurt
Aportan microorganismos de este fermento lácteo en beneficio de la flora intestinal y de la digestión.
Con ácidos grasos omega
Mejoran la salud del sistema circulatorio. Con vitaminas. Ideales para niños, quienes requieren importantes cantidades de estos elementos para su desarrollo.
Con ajonjolí o amaranto
Especialmente enriquecidas con calcio, magnesio, potasio y zinc; útiles para prevenir la pérdida de minerales en los huesos.
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