sábado, 6 de junio de 2009

Gorky González: Mayor de la mayólica tradicional




Por: Mauricio Vázquez González, Domingo, 26 de Octubre de 2008
Las artesanías encierran muchas cosas, no nada más el valor estético.
Encierran un valor de tipo tradicional, bastante profundo, a tal grado que representa en un momento dado la sensibilidad de un pueblo…
Gorki González
Gorky González sabe muy bien lo que hace. Durante años ha sido paciente en la elaboración de sus piezas y en la consumación de su éxito.
Hombre honesto, sencillo y afable ha construido un taller, es decir un equipo de trabajo sería doloso de nuestra parte decir que es obra personal. Su firma representa muchas cosas: Guanajuato, artesanía, tradición, familia, cultura. En muchos aspectos artesanales ha intervenido de manera personal, desde su estancia en la Casa de las Artesanías, hasta en la consolidación de la ciudad como centro ceramista reconocido a nivel internacional. Se ha examinado la influencia de su padre, el escultor Rodolfo González pues gracias a este, desde su infancia se vio rodeado de cerámicas históricas. Además su interés en la escultura y la fundición nació desde que nació; manos y fuego son elocuente testimonio de su trabajo.
Ensayó desde muy joven con moldes de cerámica y después probó con el torno. Muy pronto supo que su taller sería una meta personal importante: Por ese entonces radicaba en el pueblo de Marfil, muy cerca de Guanajuato, Jean Byron, una pintora estadounidense muy reconocida por su gusto por las artesanías mexicanas necesitaba unos moldes para hacer réplicas en terracota y como yo sabía un poco de este oficio me invitó a trabajar con ella. Jean creaba los diseños y yo me encargaba de moldearlas. Al mismo tiempo que hacíamos cosas juntos me convertí en un investigador viajero de las tradiciones de la mayólica, cerámica que me apasionaba porque mi padre también la coleccionaba. Visité Puebla, Sayula, Jalisco, Aguascalientes y Dolores Hidalgo donde durante los siglos XVI y XVII floreció la mayólica.
El artista recrea diversas imágenes de identidad, desde elementos populares hasta elementos patrios.Viajó y estudió la cerámica en Japón con reputados maestros como Tsuji Seimei, Kei Fujiwara, Kato Kobe y Kiosuke Fujiwara. Ya en Guanajuato trabajó para cumplir su meta de resurgir la fina artesanía de la mayólica tradicional, misma que se ha convertido en su estética visión del arte mexicano y en una filosofía, capaz de conformar una gramática muy particular hecha de tierra y silencio, con la cual pronuncia la emoción colectiva del fruto de su arcilla con un finalizado vítreo artístico: La forma está hecha por un tornero, como yo, y ahí sí es cuando se puede decir uno alfarero o ceramista. Un pintor no da la forma.
Su primigenia terracota es pues la peana de su detallado trabajo al que compone, en alegoría universal y espacial con esmaltes metálicos tomados de elementos terrestres como la sílice, pavesas sódicas transformadas por el fuego, aire romancero y plúmbea contextura que adquiere color con el estaño.
Es la revalorización del arte de la cerámica y no únicamente su labor en favor de las tradiciones populares, lo que le debemos a Gorky González. Salvar y resurgir una práctica alfarera con superioridad técnica, cualidad para ornamentar y la aportación artística propia del hombre arte-sano que hace fulgurar a la mayólica de Guanajuato.
A diferencia de la llamada Talavera, nombre de la cerámica producida principalmente en Puebla, la alfarería tradicional de Guanajuato tiene su principio en una arcilla cubierta por un esmalte grueso, blanco y brillante, traído a México por los españoles en el siglo XVI, y que se denomina como Mayólica. Se entiende que el término mayólica deriva de Mallorca, la isla española del Mediterráneo, punto importante durante la Edad Media para la importación de este arquetipo de cerámica hispano-morisca. Por otro lado es importante destacar que la cerámica mayólica en España y Portugal fue un descubrimiento impensado, ya que se intentaba imitar la porcelana china hecha con caolín. Cada tipo de tierra, sin embargo, encierra un diferente concepto de cerámica.
Alicia Sánchez Mejorada investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), nos informa que: Los modelos empleados en su decoración provienen de dos grandes escuelas, la hispano-árabe y la que sufrió la influencia china. La primera abunda en flores, aves, animales y figuras humanas, y en ella predomina el adorno azul sobre fondo blanco. La segunda se debe a la influencia que tuvo, por su excelente calidad y belleza, el decorado de la porcelana china, que llega a México en la época virreinal, debido al comercio entre Acapulco y Manila. En aquella época se fabricaban básicamente tres clases de objetos: vasijas, azulejos y figuras escultóricas. Aún ahora se siguen creando a la manera tradicional las lozas y azulejos de talavera. Esta industria proporcionó un gran número de objetos para usos conventuales y domésticos. Su empleo como recubrimiento y decoración en los edificios públicos, las fachadas y las cúpulas de las iglesias, los pisos señoriales de las haciendas y sus magníficas cocinas, dio a la arquitectura colonial un carácter y una belleza únicos en América. La riqueza visual de sus diseños transformó la estética de los espacios públicos. Lo mismo sucedió en los ámbitos cotidianos, con la loza doméstica y los objetos utilitarios y decorativos que poblaron sus espacios.
Al igual que en la época colonial Gorky crea una cerámica capaz de satisfacer la demanda ya no sólo de cierta aristocracia sino también de conocedores y estetas, de estudiosos de las artes populares y amantes de las cosas bellas sin importar su condición social o posición económica. Platos, ollas, barriles, tazones, pomos de farmacia, jarras, macetas son hechas con esmero tradicional y amor ancestral. Es sabido que en muchos rincones de las casas mexicanas y extranjeras, el referente estético, —en paredes y mesas, en cocinas y pisos, en escritorios o vitrinas— es una pieza de la alfarería tradicional.
Sus fuentes de inspiración en muchos sentidos, siguen siendo elementos sencillos, elegantes y naturales como figuras zoomorfas, plantas, animalitos y figuras humanas. También recrea escenas de tipo popular e histórico, utilizando rayas, grecas, volutas, pinta acontecimientos de la Independencia, al igual que el escudo nacional o el íntimo signo santafesino.
Siempre imprime un sello personal en su producción y una manufactura alta y bien lograda que demuestra gusto artístico, visión poética de las formas simples a las que estampa su propia personalidad sensible para crear un talante distinto, atrevido, desenvuelto y contemporáneo.
De manera sintética y simple podemos insistir en que la cerámica se revitalizó con una innovación técnica con la llegada de los españoles, básicamente el oficio del vidriado y gracias a ello apareció formalmente la mayólica en México, una técnica del barro pavonado y engalanado con los esmaltes que trajeron los ibéricos, heredado de los árabes. Esta tradición recuperada por Gorky González ha alimentado la producción cerámica del centro del país y tiene ahora exponentes respetables de gran prestigio.
Las aportaciones que este excepcional ceramista ha hecho, desde su horno alimentado con leña hasta la utilización del gas, son contundentes y enriquecedoras. Sus propias piezas hechas en taller artesanal, su coleccionismo de cerámica y arte, pasando por la fina amistad que ha sostenido con grandes del arte mexicano como José Chávez Morado o Manuel "Caco" Parra, del cual posee su hermosa casa y su cabaña en Santa Rosa o su callado y provechoso trabajo en bien de la comunidad participando como jurado en los concursos tradicionales de alfeñique y alfarería. Su mayor legado sin embargo es la propia mayólica, su limo que después de la primera cocedura, envuelve con un esmalte vidriado orondo, blanco y lechoso, para determinarlo por el enlucido del mismo légamo, ataviado con los tonos óxidos minerales.
Si consideramos que este artesano ejemplar ha rescatado y difundido para el arte popular mexicano una técnica alfarera y una manera de decorar que a mitad del siglo XX se pensaban extintas, a la sazón, debemos de redimensionar su papel como tratadista —práctico y teórico— de una heredada habilidad en pináculo durante los tres siglos de la Colonia y el Virreinato. Su forma de cerámica que partió de la misma tradición antigua guanajuateña, adquirió nuevos y bien proyectados visos estéticos que en sus proporcionadas características, sintetizan las aportaciones españolas criollas indígenas y mexicanas propiamente.
En algún momento de su vida y producto de su habitual sencillez, deseó hacer una diferenciación entre "obra de arte" y "artesanía", y situó a sus creaciones en este último rubro. Pero conviene señalar que, —sin tratar de dilucidar este tema, por demás inútil dada la calidad de sus piezas— su obra es sobrada, de auténtica particularidad artística y su reconocimiento se da merced a una solidez estética y estilística inmejorable. En efecto la palabra "arte" varía según la cultura, el período, la tendencia, el pensamiento o las sociedades para las cuales el vocablo es un generador de sentido; de ahí que citando nuevamente a Alicia Sánchez Mejorada cuando dice que: El barro, material humilde, se engalana con el vidriado y se reviste de color. Los motivos extranjeros se van mezclando poco a poco con la tradición mestiza nuestra, hasta lograr un sincretismo formal que nos diferencia de los moldes europeos... podemos desde nuestro saber señalar que cada aguamanil, jabonera, jarra, tetera, plato hondo o extendido, ceniceros, servilletero, jarrón, tibor y paragüero son piezas con notabilidad conveniente y por sí mismas piezas interesantes.
Durante sus viajes se reveló ante sí mismo el uso utilitario y decorativo de algunos objetos hechos con esta pretérita práctica de alfarería que luego enriqueció con más estudios de otras culturas y regiones del mundo. Con esta técnica hice un muestrario: jarros, platos y recipientes pequeños mismos que dejé en Guanajuato, en la tienda de antigüedades propiedad de mi padre, para que se vendieran. Por aquella época radicaba en Guanajuato un joven japonés, Hisato Murayama, con quien hice una muy buena amistad. Él me convenció de que me fuera a estudiar a Japón, donde estuve por dos años y medio. Estando allá conocí a mi mujer, Toshiko Ono, con quien me casé en el año de 1967. En ese mismo año regresé a Guanajuato y desde entonces centré mi mi interés, en el rescate y evolución de la mayólica tradicional.
Bien por los 50 años de creación de Gorky González festejados por el Festival Internacional Cervantino. Las amplias capacidades artísticas de este ceramista guanajuatense nacido en Michoacán y sus múltiples cualidades técnicas y sus calidades francamente pictóricas, han creado una obra muy importante en el ámbito de la producción artesanal de México, misma que ha motivado un inapreciable aporte a la manufactura alfarera y una inestimable contribución al desarrollo de las artes nacionales.
Las peculiaridades de antaño y hogaño que contienen y visten a la cerámica de Guanajuato, especialmente la mayólica, admiten un análisis profundo desde la perspectiva estética para comprenderla en su justa extensión como prueba cultural del hombre y como meritorio intermedio de enunciado fino. Por ahora observo que como signo de creación, como género, por la decidida intervención del hombre, por la oficiosidad del fuego, por la definitoria calidad de la arcilla, por la injerencia de mensajes pétreos y por su resultado plástico, la cerámica mayólica prospera nuevamente en su contexto exquisito y alza la cabeza como manifestación poética del mejor quehacer en el campo del arte. Esta premisa la entiende muy bien el Premio Nacional de Artes, quien contundente nos dice: La transparencia que se consigue con esta técnica es una de las cosas de las que ahora muchos artistas se han dado cuenta, pues perciben las posibilidades dentro de un campo netamente artístico.

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