viernes, 5 de junio de 2009

Actitudes que matan una relación

Por: SUN, Domingo, 11 de Febrero de 2007
No sólo las peleas agreden una relación amorosa. La defensividad, la crítica extrema, la indiferencia y el desprecio mutuo también predicen fracaso
MÉXICO, D.F.
Cuatro son las dinámicas que diferencian a una pareja satisfecha de otra que termina separándose. En las que van mal, abundan la crítica y el estar a la defensiva –que suelen darse juntos–, y a ellos se une el desprecio y la indiferencia.
¿CAMINO AL FRACASO?
Una relación debe plantearse bajo una relación interpersonal sana y en donde la convivencia sea agradable.A esta conclusión llegó el connotado sicólogo estadounidense John Gottman, profesor de sicología de la Universidad de Washington, después de haber estudiado la forma de convivencia de más de 130 parejas occidentales.
Y a estas actitudes las denominó “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, ya que cuando están presentes en una relación son predictores altamente probables de su fracaso, si es que la pareja no hace algo por reparar el daño.
Esta teoría, formulada hace ya varios años, está siendo cada vez más asimilada por los terapeutas de pareja. Y es que día a día ven más pacientes en los que la crítica, la defensividad, la indiferencia y el desprecio son formas de reaccionar que se van gestando desde el comienzo de una relación amorosa, y se agudizan en momentos vulnerables para la pareja.
“También hay circunstancias como el desempleo, los problemas económicos, las enfermedades, la muerte de gente cercana, la adolescencia de los hijos, acontecimientos que hacen a las parejas preguntarse, ¿y cómo le vamos a hacer ahora? En esos momentos, las diferencias son difíciles de administrar, las parejas comienzan a pelearse y en ocasiones el modo de reaccionar es con algunas de estas actitudes”, argumenta Soledad Torres, terapeuta de parejas del grupo Reencantar.
¿De qué depende que una pareja haga de esta dinámica de criticarse, defenderse, ignorarse y despreciarse una manera crónica de relacionarse? Diana Rivera, profesora de la Escuela de Sicología de la Universidad Diego Portales y terapeuta del Instituto Chileno de Terapia Familiar, explica que inciden varios factores, entre ellos la interacción que cada miembro de la pareja haya vivido en su niñez y con su familia.
“Si vienes de una familia donde estaban instaladas la crítica, la defensividad y el desprecio, tienes una mayor posibilidad de desarrollar esas estrategias a la hora de afrontar las dificultades”.
Otra dificultad que enfrentan las parejas es su incapacidad para bajar el tono a las peleas. “Si ninguno de los dos tiene la capacidad de apaciguar, de buscar una salida, las cosas se hacen más difíciles.
Si un miembro de la pareja es muy crítico y el otro muy sensible, la dinámica que se va a dar es la de crítica/defensividad”, explica la especialista. Estas trabas en la relación se acrecentan cuando uno o ambos son incapaces de desarrollar un espacio de intimidad con el otro, que le permita compartir a plenitud todo lo que le sucede.
“Hay personas a las que les es mucho más difícil tener contacto íntimo con un otro, que es una habilidad que se desarrolla desde muy temprano, en la infancia, y que se expresa en una capacidad de apertura y acogida hacia el otro, de preocupación.
Esto trae como consecuencia que la evite el que es incapaz de desarrollar este espacio. La gente “evitadora” probablemente ocupa más la indiferencia”.
EL APEGO
Una situación similar viven quienes sufren lo que la terapeuta llama daño al apego: “El apego es la necesidad de contar con otro capaz de proporcionar calma cuando se está en un estado de estrés, de necesidad.
Si una persona está con una pareja estable y siente que tiene un problema y que no puede contar con ella, entonces está en un doble problema. Su soledad es doble”.
DOS QUE VIAJAN JUNTOS
De los cuatro jinetes, la indiferencia y el desprecio son los que tienen peor pronóstico, afirma la terapeuta Gianella Poulsen, coordinadora del equipo de investigación de Terapia de Parejas de la Universidad del Desarrollo y miembro de la Unidad de Sicoterapia de Adultos de la Universidad Católica.
“Las parejas que tienen una mayor probabilidad de separación son aquéllas en que se manifiesta desprecio por el otro, ya sea a través de burlas, gestos irónicos, sarcasmos, remedos e indiferencia.
Lo que uno ve en sesiones es que, mientras uno está fuertemente conmovido, incluso llorando, el otro ni lo mira, se mantiene insensible. “Los cuatro jinetes transmiten básicamente rechazo.
Cuando éste se hace sistemático y total, se convierte en motivo de preocupación”, aclara Soledad Torres.
PAUTAS PARA LLEVARSE MEJOR
Si bien todas las parejas conocen de cerca a los cuatro jinetes en algún momento de su vida, las herramientas que usen para enfrentarlos determinarán qué tanto daño pueden llegar a causar en la relación.
“Las parejas que se llevan bien también pueden vivir dinámicas de crítica e indiferencia, pero no llegan a vivir el desprecio; no así las más fracturadas, que no son capaces de salir de su dinámica de agresiones”, argumenta la sicóloga Marcela Stekel.
Las parejas bien avenidas, explica, enfrentan a los cuatro jinetes con las llamadas “conductas reparatorias”: un mecanismo para bajar la intensidad de las discusiones, sacando un aprendizaje conjunto, y utilizando instancias como el humor, los cuidados y los afectos.
“Cualquier gesto puede ser un intento de reparación”, dice la sicóloga. Lo importante es que, en el código de cada pareja, signifique una suavización de los afectos, un interés por el cuidado del otro y de la relación.
Y, lo más importante, que el afectado se sienta reparado, independiente del tiempo que se tome. Soledad Torres explica que ajustarse a una dinámica de pareja equilibrada, requiere trabajo y aprendizaje.
“Las relaciones de pareja son como un sillón que ambos deben compartir. Hay parejas que se sientan en los bordes, tratando de dejar espacio. Otras se pelean cada centímetro, y en otras uno se reduce para dar espacio al otro.
A unos les cuesta aprender a sentarse; a otros, poner límites, y a otros comprender esto como un proceso dinámico, que sufre ajustes en la vida”. Todas las parejas, independientemente de la posición con la que se identifiquen, pueden aprender a llevarse bien.
La clave está en aprender a relacionarse con el otro de una manera, “en la que se pueda transmitir: me importas”, ejemplifica Soledad Torres. Lo primordial es aprender a discutir sólo por conflictos razonables.
“Un porcentaje muy alto de las discusiones presentes en una relación son problemas perpetuos que nunca se resuelven. Si yo estoy en un segundo matrimonio y al otro le duele que yo tenga hijos de mi primera unión, eso no tiene solución.
Las parejas saludables, gastan tiempo en solucionar sólo lo que tiene remedio, y aprenden a sobrellevar el resto”, ilustra la sicóloga Marcela Stekel. La terapeuta Gianella Poulsen, quien está desarrollando una investigación sobre los factores protectores del vínculo en pareja, acota otras dos habilidades a desarrollar: saber enfrentar y resolver los conflictos y exponer lo que se siente en cada discusión.
“Ambas tienen que ver con el aprendizaje de la pareja para interrumpir las discusiones a través de diversas formas –como tomar distancia y pedir hablar después, o usar el humor para distender el clima tenso–. Otra herramienta útil es hacer concesiones y reconocer los errores”, concluye la especialista.

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