ABASOLO
"La actividad estética es una necesidad en el hombre; hay quien nace con mayor sensibilidad en esta área y se dedica a plasmar y comunicar a través de las manifestaciones artísticas. (La escultura ha sido) una búsqueda de valores y respuestas a preguntas humanísticas, el encuentro con éstas hacen de su quehacer artístico un camino de crecimiento espiritual y en su andar deja plasmado los anhelos de un mundo ideal".
Adoro los gatos, adoro los animales, adoro la naturaleza, no creo en una superioridad del ser humano sobre los animales; en los ejercicios espirituales que he tenido he sentido que los animales también tienen alma y espíritu nada más que está a su nivel de lo que les corresponde.
Jorge González de la Parra Yrigoyen, escultorAsí retrata esta mañana de primavera Jorge González de la Parra Yrigoyen sus creaciones escultóricas. Lo hace al tiempo que buscaba la forma de compartir y revelar parte de su vida basada en experiencias espirituales, sin necedades banales como la riqueza económica.
El escultor, originario de la ciudad de México, se refugió en Guanajuato desde hace más de una década cuando, ensimismado en la reflexión del arte, se dio cuenta que por encima del ego se hallaba la conciencia de un mundo diferente.
Jorge ha sido recocido internacionalmente en algunas de las galerías más prestigiadas de España y Estados Unidos, pero prefiere vivir entre el olor del campo, los ladridos de sus perros y en una región a la que ha declarado como su casa.
Este año sus planes han cambiado. Uno de sus maestros y socios, el artista Pedro Rafael Quintero y Jiménez, está convaleciendo de una enfermedad degenerativa, lo que ha obligado que en próximos meses Jorge deje su "guarida" en Abasolo para radicar en San Miguel Allende.
El "guanajuatense", con ascendencia española, apeló a su condición de artista como un ser que está en pleno desarrollo, que aún intenta remembrar sus acciones bajo la tesitura de huellas artísticas y que con el destello de un trabajo sencillo quiere ocasionar un cambio en el planeta. Dice: "En mi escultura plasmo lo que realmente soy; es una búsqueda a las preguntas que todos tenemos. Entonces voy a plasmar en mis esculturas una lucha por un universalización de los conceptos humanos y las ideas religiosas".
Jorge terminó la carrera de diseño industrial en la Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, más por compromiso que por gusto, pues sus padres lo orillaron a elegir una profesión que no le gustaba.
Sin embargo, su ímpetu por desarrollarse en las artes lo llevó hasta Japón, al aceptar la invitación para integrar el proyecto cultural Mar, Hombre y Paz en el barco Marigalante, que consistió en un recorrido por Asia donde se dedicó exclusivamente a su labor artística.
Sabías que...
El escultor Jorge González detalló que el monumento a Miguel Hidalgo, realizado en el año 2000, la obra final quedó diferente a la original por que se tuvo que hacer en un tiempo récord, en dos meses los fundidores de bronce iban realizando el trabajo en partes, por lo que la cabeza quedó algunos centímetros más grande a la réplica original. La obra se encuentra instalada en medio de los carriles de circulación en la carretera federal 90, frente al poblado de Corralejo.A partir de esa fecha su acervo se ha ido extendiendo, hasta llegar a Guanajuato con una de las obras más representativas de su quehacer, la construcción de un monumento de 8 metros de altura en el que reflejó a un Miguel Hidalgo liberador.
Un ser peculiar
Jorge se autocalificó como una persona con exceso de sensibilidad, depresivo y sumamente honesto, "Soy depresivo, me interesa poco lo material, con que tenga lo suficiente no me interesa buscar más, y realmente lo que más me interesa es crecer espiritualmente".
Uno de sus miedos es el dolor que pueda tener antes de morir y el que sus amigos y personas más allegadas puedan irse antes que él; sin embargo, dijo estar contento por el momento posterior por que imagina que pudiera haber algo después de la muerte.
"La actividad estética es una necesidad en el hombre; hay quien nace con mayor sensibilidad en esta área y se dedica a plasmar y comunicar a través de las manifestaciones artísticas. (La escultura ha sido) una búsqueda de valores y respuestas a preguntas humanísticas, el encuentro con éstas hacen de su quehacer artístico un camino de crecimiento espiritual y en su andar deja plasmado los anhelos de un mundo ideal".
Adoro los gatos, adoro los animales, adoro la naturaleza, no creo en una superioridad del ser humano sobre los animales; en los ejercicios espirituales que he tenido he sentido que los animales también tienen alma y espíritu nada más que está a su nivel de lo que les corresponde.
Jorge González de la Parra Yrigoyen, escultorAsí retrata esta mañana de primavera Jorge González de la Parra Yrigoyen sus creaciones escultóricas. Lo hace al tiempo que buscaba la forma de compartir y revelar parte de su vida basada en experiencias espirituales, sin necedades banales como la riqueza económica.
El escultor, originario de la ciudad de México, se refugió en Guanajuato desde hace más de una década cuando, ensimismado en la reflexión del arte, se dio cuenta que por encima del ego se hallaba la conciencia de un mundo diferente.
Jorge ha sido recocido internacionalmente en algunas de las galerías más prestigiadas de España y Estados Unidos, pero prefiere vivir entre el olor del campo, los ladridos de sus perros y en una región a la que ha declarado como su casa.
Este año sus planes han cambiado. Uno de sus maestros y socios, el artista Pedro Rafael Quintero y Jiménez, está convaleciendo de una enfermedad degenerativa, lo que ha obligado que en próximos meses Jorge deje su "guarida" en Abasolo para radicar en San Miguel Allende.
El "guanajuatense", con ascendencia española, apeló a su condición de artista como un ser que está en pleno desarrollo, que aún intenta remembrar sus acciones bajo la tesitura de huellas artísticas y que con el destello de un trabajo sencillo quiere ocasionar un cambio en el planeta. Dice: "En mi escultura plasmo lo que realmente soy; es una búsqueda a las preguntas que todos tenemos. Entonces voy a plasmar en mis esculturas una lucha por un universalización de los conceptos humanos y las ideas religiosas".
Jorge terminó la carrera de diseño industrial en la Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, más por compromiso que por gusto, pues sus padres lo orillaron a elegir una profesión que no le gustaba.
Sin embargo, su ímpetu por desarrollarse en las artes lo llevó hasta Japón, al aceptar la invitación para integrar el proyecto cultural Mar, Hombre y Paz en el barco Marigalante, que consistió en un recorrido por Asia donde se dedicó exclusivamente a su labor artística.
Sabías que...
El escultor Jorge González detalló que el monumento a Miguel Hidalgo, realizado en el año 2000, la obra final quedó diferente a la original por que se tuvo que hacer en un tiempo récord, en dos meses los fundidores de bronce iban realizando el trabajo en partes, por lo que la cabeza quedó algunos centímetros más grande a la réplica original. La obra se encuentra instalada en medio de los carriles de circulación en la carretera federal 90, frente al poblado de Corralejo.A partir de esa fecha su acervo se ha ido extendiendo, hasta llegar a Guanajuato con una de las obras más representativas de su quehacer, la construcción de un monumento de 8 metros de altura en el que reflejó a un Miguel Hidalgo liberador.
Un ser peculiar
Jorge se autocalificó como una persona con exceso de sensibilidad, depresivo y sumamente honesto, "Soy depresivo, me interesa poco lo material, con que tenga lo suficiente no me interesa buscar más, y realmente lo que más me interesa es crecer espiritualmente".
Uno de sus miedos es el dolor que pueda tener antes de morir y el que sus amigos y personas más allegadas puedan irse antes que él; sin embargo, dijo estar contento por el momento posterior por que imagina que pudiera haber algo después de la muerte.