Por: SUN, Domingo, 11 de Enero de 2009
Apenas los rayos del sol comienzan a tocar el desierto. Son las siete de la mañana, buen momento para comenzar una travesía fosilizada.
SALTILLO, COAH.
En el municipio de General Cepeda, a tan sólo 40 minutos de Saltillo, un paleontólogo, un historiador, un arqueólogo y un guía local te muestran los restos de dinosaurios y petroglifos.
HAY QUE IR PREPARADOS
La mejor época para hacer el recorrido es de noviembre a enero cuando las temperaturas oscilan entre los 15 grados centígrados. Debes llevar zapatos cómodos, ropa de telas naturales y colores claros, gorra, lentes de sol, bloqueador y repelente.Primero, una parada para desayunar un huevito con machaca, y así cargarse de fuerza para andar un recorrido de hora y media en las canteras de un poblado llamado Rincón Colorado.
Estas canteras fueron excavadas por arqueólogos en las que se encontraron fósiles (y se han colocado réplicas de huesos que nos informan que hubo dinosaurios como velocirraptores de 12 metros de altura).
En esa localidad se inauguró en 1994 el Museo de Paleontología, un antecedente del Museo del Desierto de Saltillo. Los fósiles originales ocupan las vitrinas de ambos recintos.
Espirales, lunas y soles
La siguiente parada es en el cerro de Narihua. Aquí se da un salto en la historia al ver los vestigios de civilizaciones de más de cuatro mil años de antigüedad.
En una cordillera de 40 kilómetros de largo se conservan petroglifos, grabados en piedra en forma de espiral, soles, lunas y de mujeres dando a luz.
Énfasis
Quién te lleva
Aventúrate Coahuila
Tel 01 844 4 12 51 83
www.aventuratecoahuila.com
* El Paquete incluye: tres alimentos, guías, recorrido, entradas y degustación de vinos. El tour es para cualquier edad, siempre y cuando no sufran de hipertensión. Costo 500 pesos por persona. El paisaje es digno de fotografiar: arena y rocas rojizas que con la luz del sol parecen encender el desierto, sobre todo al caer la tarde.
Presta atención a los guías que alertan sobre la presencia de víboras, tarántulas, más bichos y uno que otro jabalí.
El final: una cata
Nuevamente hay que recargar energía a la hora de la comida, ahora en la comunidad de Parras de la Fuente, un oasis impregnado del verde intenso de nogales y viñedos.
El remate de esta aventura termina con una cata de vinos de Casa Madero, uno de los viñedos más importantes del país.
La tradición empezó en el año 1574 cuando sacerdotes y conquistadores españoles salieron de Zacatecas a lo que hoy es Coahuila en busca de oro, en medio del desierto encontraron no oro, pero sí un verdadero oasis con manantiales de agua y una gran profusión de vides silvestres. Este privilegiado valle es hoy conocido como el Valle de Parras.
Este descubrimiento los motivó a establecer la Misión de Santa María de las Parras y con las uvas de estas viñas nativas produjeron allí el primer vino americano.
Ante los continuos ataques de los salvajes indios de la zona, decidieron, a los pocos años abandonar esta Misión, sin embargo uno de los pobladores originales, don Lorenzo García, reconociendo las bondades que ofrecía este valle, logró establecer la paz con los naturales y se reubicó ocho kilómetros al norte, en otro manantial de agua. Viviendo ya en el lugar, solicitó a Felipe II, Rey de España una Merced o dotación de tierras la que recibió el 18 de agosto de 1597 con el expreso propósito de plantar viñas para producir vino y brandy, dando así formal nacimiento a la Hacienda de San Lorenzo, lo que hoy es Casa Madero.
El grupo de excursionistas puede pasar la noche observando las estrellas, como en pocos lugares se puede hacer.
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