CIUDAD VALLES, SLP.— Tres horas atrás se ha quedado la ciudad de San Luis Potosí, con su clima que nos recuerda que el invierno está a punto de entrar. Ahora nos despojamos de las chamarras y abrimos unas latas de cerveza. Hemos llegado a la Huasteca. La pupila se nos empieza a saturar de tanto verde.
Mientras estiramos las piernas, vemos como de entre el cerro, con sus árboles de ramas torcidas, cae el agua que alimenta a las cascadas de Micos. Son torrentes, “es lo mero bueno”, dice Silvia, nuestra organizadora. De octubre a mayo es cuando más agua se encuentra en estos terrenos. Ideal para el rafting.
Muchos parecen hipnotizados por el color turquesa del agua, que corre por siete declives altos, bajos, anchos y angostos, creando al final unas apacibles albercas naturales. Enfrente destaca un cerro donde abundan los sabinos rodeados por selva tropical. Dicen que esta zona era habitada por monos, razón por la que ahora estas cascadas llevan ese nombre.
No falta el que quiere echarse un chapuzón, pero el itinerario no incluye la actividad. Suertudos los paseantes que están nadando en ese balneario que abre de 7 a 20 horas. Aquí hay guías locales que ofrecen actividades como rafting, salto de cascadas en caída libre o en kayak. También se puede acampar en la zona.
Veo que estamos en el kilómetro 18 de la carretera Ciudad Valles-El Naranjo, en este último está la cascada de El Meco y donde nos esperan para comer y hacer rapel. Pero todavía falta media hora para llegar.
De una apretada vegetación brincamos a la zona de los cañaverales. El verde baja de intensidad. Los rayos del sol no. Lo que vemos pertenece a la Sierra Madre Oriental. También pasamos por algunos cultivos de maíz y frijol. Todo siempre bordeado por grandes cerros que a veces uno no puede explicarse como en un clima húmedo puede haber cactus y viznagas como si fuera el desierto.
NOS VAMOS ACERCANDO
Esta zona es habitada por más de 12 mil indígenas teneks, pames y nahuas, quienes dan la bienvenida a los viajeros con una sonrisa, así lo hizo una mujer que sin cobrar nos ha dejado pasar a su casa y a su sanitario.
Ciudad Valles es la puerta de entrada a la Huasteca potosina. Desde esta ciudad, la segunda más grande del estado, puedes trasladarte a Coacatlán, Huehuetlán, Matlapa, Tamasopo, Tamazunchale, Aquismón y a los otros 14 municipios que conforman la región.
Vamos a pasar un fin de semana en estas tierras. Para nosotros no hay sótano de las Golondrinas, ni de las Guaguas, tampoco el castillo surrealista de Xilitla, los potosinos nos quieren mostrar otra cara de la Huasteca.
Nos internaremos en las tres cavernas de Mantetzulel: El Aguacate, Luz del Sol y Espíritu Santo en Aquismón, para observar sus formaciones rocosas, y si hay tiempo visitaremos a un curandero para que nos limpie y sane el alma. Estaremos navegando una hora por las aguas volubles de Tamul, la cascada más grande de San Luis Potosí y la cual, en estos meses, se encuentra en su máximo caudal, con 300 metros de ancho y su caída de 105.
Comeremos enchiladas huastecas, mientras esperamos la noche al pie de la cascada El Meco. Los que quieran podrán dar un paseo en lancha o si gustan bailar un huapango. Por último haremos rapel a un costado de la cascada de Minas Viejas.
Traemos el espíritu aventurero y cada vez más aumenta nuestra ansia de comprobar si en verdad así son los paisajes que tanto nos presume Silvia. Lo poquito que hemos visto nos da una señal de que no seremos defraudados. La camioneta se estaciona. Hay un espejo de agua que nos deslumbra. No escuchamos muy bien por donde hay que caminar. El agua está cayendo con fuerza.
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