Por: EFE, Domingo, 16 de Marzo de 2008
En los últimos diez años han surgido una serie de estudios científicos que muestran que beber moderadamente es beneficioso para la salud
MADRID, Esp.
Se puede afirmar que el consumo moderado de vino ya no sólo es bueno para prevenir enfermedades de tipo coronario sino de tipo cancerígeno, diabetes o incluso Alzheimer.
Lo más importante se centra en el consumo moderado de vino y una dieta equilibrada, sea en forma de vino tinto o blanco es aconsejable siempre que no existan contradicciones de ningún tipo para ello.
EL VINO Y EL CORAZÓN
La ingesta moderada de alcohol modifica los niveles de lípidos, elevando especialmente el colesterol HDL o colesterol bueno, y los niveles de algunas proteínas de la coagulación y fibrinolisis, desfavoreciendo la formación de trombos.
Estos mecanismos explican parte importante de la disminución del riesgo de mortalidad cardiovascular y cerebrovascular obstructiva en bebedores moderados.
EL VINO Y LA DIABETES
Investigadores de la universidad de Harvard reportaron en 1995 que aquellos hombres que consumen dos copas de vino al día reducen en un 40% el riesgo de contraer diabetes. Un segundo estudio, desarrollado en Inglaterra, demostró que estadísticamente es aún menor el riesgo en personas que sufren del corazón.
EL VINO Y EL ALZHEIMER
Investigaciones muestran que las personas de la tercera edad que beben un par de copas de vino al día tienen menor riesgo de desarrollar demencia senil y la enfermedad de Alzheimer.
El efecto benéfico del consumo moderado de vino se debería al alcohol y a los compuestos polifenólicos antioxidantes presentes en el vino.
Las bebidas alcohólicas, es decir las que contienen alcohol, elevan los niveles sanguíneos de colesterol-HDL, conocido como el colesterol “bueno” porque remueve el exceso de colesterol del organismo; y disminuyen la tendencia de la sangre a coagular evitando la formación de trombos.
Además, los compuestos antioxidantes son los responsables de disminuir la oxidación de las LDL (partículas de lipoproteínas de baja densidad o colesterol “malo”), clave para evitar la ateroesclerosis, ya que las LDL oxidadas son el principal agente causante.
Todo esto disminuye el riesgo de infartos cerebrales de tipo obstructivo causado por ateroesclerosis, que, tal y como han descubierto los expertos, es la segunda causa más importante de demencia en el adulto mayor, luego del Alzheimer.
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